|

Adriana Metz

Debates, Pensando en las infancias: experiencias y recorridos

En el marco del proyecto Pensando en las infancias: Experiencias y recorridos, que une al Centro Cultural Kirchner con Abuelas de Plaza de Mayo, integrantes de la agrupación cuyas madres fueron desaparecidas durante la última dictadura militar ofrecen los testimonios de su niñez. Aquí, las vivencias de Adriana Metz.

Tengo recuerdos de chiquita. Desde que tenía poco más de un año me criaron mis abuelos Oscar y Elisa. Recuerdo viajar con ellos, generalmente a Buenos Aires en tren desde Bahía Blanca, ir al jardín que estaba re lejos. Visitar a mi vecina, la "Tía Libertad", y su marido Maldonado, un matrimonio que trabajaba en el campo y tenía tres hijos grandes. La escuela primaria que estaba re cerca de mi casa. Un perro, el Chirola, un gato, el Mish. Los primos de La Plata, de Florencio Varela, los de Ingeniero White. No comía golosinas y tampoco gelatina, mi abuelo decía que eran cartílagos de chancho procesados con muchos químicos. Celia Korsunsky, una madre de Plaza de Mayo de Bahía, me hizo conocer las Titas y las Rhodesias.

Recuerdo que mi abuelo, antes de afeitarse, me hacía cosquillas en la panza con su barba, me acuerdo de una vez como si hubiera sido hace cinco minutos atrás. Mi abuela hacía buñuelos y me enseñó algunas palabras y una canción en alemán. También me enseñó a tejer con dos agujas y al crochet.

En un viaje de Buenos Aires a Bahía Blanca en la estación de Constitución había mucha gente y se me complicaba caminar de la mano de mis abuelos así que me solté y salí corriendo. Yo sabía que del andén 14 salía el tren hacia Bahía, así que fui y me quedé esperando a que llegaran ellos. Hoy pienso en esos viejos buscando a su nieta en hora pico en Constitución y no me sale más que pedirles perdón. Ya estaban buscando a mi hermano, no podían perderme a mí también. Pasado el susto mis abuelos contaban eso como un logro mío, tan chiquita y tan inteligente.

Mi abuelo era jubilado ferroviario y una vez al mes lo acompañaba a cobrar. El Banco Nación de Bahía Blanca queda frente a la Plaza Rivadavia en el centro de la ciudad, por su ubicación fue una plaza bien cuidada y con los juegos para niños más lindos que a los 4 o 5 años podemos querer. Al lado de la calesita había un árbol, un ñandubay, a mí me gustaba pisar las semillas y patinar sobre ellas, unas bolitas chiquitas y duras. Es un árbol que me recuerda a la plaza de mi infancia. El pan con dulce de leche más rico que probé en mí vida fue el del jardín de infantes. Las maestras del jardín me hacían los trajes para los actos, decían que mi abuela era muy viejita para también tener que hacer esas cosas.

Esa primera infancia es lo más lindo que recuerdo.

Las mascotas fueron compañía. Perros, gatos, conejos y patos. Algún que otro pececito y un loro que apareció en el patio y acompañaba a los perros imitando su ladrido. Los gatos siempre fueron Mish o Misha pero en los perros estaba la variedad de nombres, Negrita, Lobo, Dingo y Milico. Cuando mi abuela se dormía yo los entraba y metía en la cama.

Gran paciencia la de mi abuela.

La escuela primaria fue complicada. En primer grado con la guerra de Malvinas sonaban dos timbres y teníamos que ir a las aulas, ponernos debajo de las mesas y cubrirnos, estaba el miedo de que los ingleses bombardearan la ciudad. Ese año falleció mi abuelo y mi abuela comenzó a dar muestras, al principio pequeñas y luego más grandes, de una demencia senil que avanzaba rápido. Fue duro, pero hubo gente adulta que entendió cuáles eran mis necesidades y derechos. Me cuidaron.

A los 14 años me mudé de Bahía Blanca a Mar del Plata. De la casa de mis abuelos paternos a la casa de mi tía materna. Mi infancia fue en el siglo pasado, pero todavía me acuerdo. Fue una infancia rodeada de adultos y de mascotas. Sin papá, sin mamá y sin hermano, seguramente eso marcó que hoy esté en Abuelas buscando a parte de mi familia y encontrándola.

 

Acerca de Adriana Metz

“Mi nombre es Adriana Elisa Metz. Nací en Bahía Blanca en 1975, mi papá se llamaba Raúl y mi mamá Graciela. Ellos fueron secuestrados en diciembre de 1976 y yo fui entregada a mis abuelos paternos. Hoy vivo en Mar del Plata con mis dos hijos, dos perras, un gato y tres patas. Y formo parte de Abuelas de Plaza de Mayo”.

Conseguí tu entrada

RESERVAR

Share:
Suscribite a nuestro newsletter